Más que ropa: #MissSushiOfficial

¡Hola ricuras!

Bipolar. Una de cal y otra de arena (aunque nunca he sabido qué era lo bueno y qué lo malo de este dicho). El yin y el yang... y así podría seguir con momentos Buenos/Malos hasta el fin de mis días. Y todo esto tiene una explicación sencilla. Es como me sentí anoche en la inauguración del segundo restaurante Miss Sushi en Zaragoza.

Que me encanta el sushi es una perogrullada como que adoro leer, echarme a tomar el sol o llevar las uñas pintadas de colores. Que la noche de ayer tuvo tantas cosas buenas que el único "pero" de la noche no hizo que, cual perro de Paulov, odie el sushi, me lo ha hecho ver mi compañera de curro.

De sobras es sabido que soy una Drama Queen y ayer viví un momento demasiado conocido por mí, y que odio: la muerte de mi móvil. Se que pensareis, ostras Su que hay cosas más importantes en la vida por las que preocuparse. Lo se. Se que viene al pelo la frase de "bueno chica, más se perdió en Cuba y vinieron cantando". Lo se, no imagináis lo que la he oído desde ayer.

Pero yo soy así. Les cojo cariño a mis cosas. Odio que se me rompa mi vaquero favorito, me entristece ver como las orquídeas pierden su flor, ver que mi maletín de curro comienza a lanzar un SOS... y no es que sea posesiva perooo hay cosas que son mis cosas y mi cerebro debe pensar que tienen que durar hasta infinito. Y de sobras es sabido que en el mundo tecnológico todo tiene su fecha caducidad. Mas cuando eres una patosa patológica como yo.

Así que estas dos fotos con Berta, en mis tan queridos espejos, son las últimas que me llevo de mi Huawei. Anoche murió. No voy a confesar cómo, porque ya me da vergüencita decirlo.

Y ese sentimiento de "noooooooooo, no puede ser" va unido al de "pero como puedo ser tan lerda, estúpida, pava"... y mil adjetivos cariñosos más, que yo misma me digo

Así que ayer, lo que parecía que iba a ser un evento divertidísimo por la compañía que tendría, se me trastoco al poco de pasar la puerta. Es ahora, al pasar las pocas fotos que he recuperado, al tener nuevo móvil aquí delante, al haber hablado de lo pánfila que soy, cuando comienzo a saborear lo bueno. A las risas que me eche, a la suerte que tuve en la ruleta al ganar el premio grande

¡Una cena para dos!

Cena que va a paliar el mal trago de la muerte del móvil y en la que pienso enseñaros en redes las maravillas que este restaurante de comida japonesa (tanto in situ como a domicilio) abastece a los Zaragozanos (y bueno, a muchos otros habitantes del mundo que se que está ya en muchas cities)